El problema fue
que la “industria” local careció en un inicio de los medios necesarios para
explotarlo. El capital, empresariado y mano de obra vinieron del extranjero,
pero la propiedad del guano, como recurso natural, quedó en manos del Estado,
que podía recibir ingresos directos derivados de su venta y exportación.
Castilla se benefició de este dinero y tejió toda una red de poder que le
permitió convertirse en uno de los políticos más exitosos del siglo XIX.
Durante su primer
gobierno, Castilla invirtió en defensa nacional en previsión al avance chileno
en el Pacífico, estableció el primer presupuesto, inició el pago o
“consolidación” de la deuda interna, regularizó la deuda externa, puso en
práctica el sistema de las consignaciones para el negocio guanero y permitió la
llegada de peones chinos para laborar en las plantaciones de la costa y extraer
el guano en las islas de Chincha. Por último, inauguró el ferrocarril
Lima-Callao, obra emblemática del “castillismo”.
Al término de su
gobierno, puso en el poder a Echenique, quien logró la libre navegación por el
Amazonas al firmar un tratado y una convención fluvial con el Brasil; su
gobierno, sin embargo, cayó en desgracia cuando se descubrió todo un sistema de
corrupción en el pago de la deuda interna. Liderando un revolución liberal en
1854, el propio Castilla derrocó a Echenique y se instaló nuevamente en el
poder. Durante su movimiento, el hábil caudillo dictó un par de medidas
populistas para aumentar su prestigio entre las masas: suprimió el tributo
indígena y liquidó la esclavitud de los negros.
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